preparando la cena, tambi┼╜n habΓÇÖa mandiocas asadas y una olla con el mismo tipo de sopa que habΓÇÖa tomado en el desayuno.
El papΓÇí indio le dijo alguna cosa al chico mayor. Vi mi campera en una de las hamacas. Fui hasta el bolsillo y el sensor estaba ahΓÇÖ, con la luz roja encendida.
Volvi— la sensaci—n de peligro. ÁQuŽ pesado! La hab’a pasado tan bien en el r’o. Cuando me iba a vestir, el chico indio mayor me hizo se–as para que no lo hiciera. Y otra se–a para sacarme lo que ya me hab’a puesto. Y me lo saquŽ. El m‡s chico apareci— con una fuente llena de semillas rojas, del mismo color que los lunares que ellos ten’an en el cuerpo. Y los dos empezaron a pintarme. El dorso de las manos. El pecho. Los muslos. La pera, la frente y las